La principal de ellas es la realidad económica; pues la mayoría de éstos jóvenes que participan en las pandillas juveniles provienen de lugares pobres (no relacionamos directamente y necesariamente la pobreza con la delincuencia juvenil) donde el desempleo, la falta de vivienda con servicios básicos, la tugurización y la violencia cotidiana son sus principales características.
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Además provienen de familias donde no hay comunicación entre sus miembros, otros, de donde la vida familiar es muy conflictiva; lo que los obliga a buscar afecto, compañía, quién los escuche, con quién conversar fuera del hogar.
Los jóvenes que integran las pandillas juveniles son producto de una sociedad que disfruta consumiendo violencia. Reímos a carcajadas, por ejemplo: cuando alguien se tropieza y cae al piso, o cuando doña Florinda le pega a don Ramón, o cuando representan en un sketch a un gay, un down, o una persona del ande. Situaciones y escenas aparentemente pacíficas pero que inconscientemente traen consigo violencia.
![Pistola](https://lh3.googleusercontent.com/blogger_img_proxy/AEn0k_sScugpGrF_TFUgausDfB2wRgdbm36kHr-Q-amf2AJJOmzXy9rkH6HLRaqI0xXhsa7kZCyCxcooJ2ymT2ujfviWEKsahisobvUnHvndXraioPYv=s0-d)
Agreguemos además, que la televisión nos proporciona programas que denigran al ser humano, como los tal show; dibujos animados que envenenan la mente de nuestros niños como Dragon Boll Z, Pokémon, etc. y sin mencionar las películas y series donde su principal atractivo son las escenas violentas que tienen gran aceptación en el público..
Es así, que los niños y niñas se hacen hombres y mujeres en un medio de violencia cotidiana, corrupción en casi todos los niveles, falta de valores y un sistema económico paupérrimo que nos hace mirar al mundo moderno mostrándonos cosas que son difícil de adquirir, y que los jóvenes organizados en pandillas buscan maneras ilegales de obtener.
![](https://lh3.googleusercontent.com/blogger_img_proxy/AEn0k_vyLk-WIVrfCDY_Mn3sJ3BQdZRJI8qEdQ0wd4PtScAll0-d4G591dfxRpO8462Ju6zPoqM9CXP3CpXnAhl5wr6G8-xX4Vbo9KvSYFUc6Mre6UoRDbpd29iW=s0-d)
Dentro de esta coyuntura: donde el sistema económico es agobiante, hay conflictos familiares, la televisión nos proporciona programas que nos convierten en consumidores de violencia, la agresividad de la vida cotidiana; alimentadas además, por la necesidad de un espacio para el protagonismo y reconocimiento social; sirven como basa para que los jóvenes se organicen informalmente en las llamadas “pandillas juveniles “.
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